La música, esa suave brisa que viaja a través del aire y que
deleita nuestros oídos, llegando a nuestros corazones; a veces, no sé si
nostálgico o emocionado, extraño sus acordes y su mística magia: esa que me
enternece profundamente, estremeciéndome hasta los huesos.
No importa su idioma, no importa su raza, no importa su
procedencia, sólo su calidez y sentimiento la hacen mágica, y su magia, me
lleva por derroteros de pensamientos que
me hacen visitar mundos ideales, donde los humanos nos alimentamos de
sentimientos y de canciones. La epopeya de sonidos luchando incansable por salir de lo más
adentro de las almas, de esos prodigiosos intérpretes sonoros de sentimientos
puros, y a veces, imposibles.
No en vano nuestro corazón late rítmicamente,
como queriendo enseñarnos desde antes de nacer, que nuestra vida está envuelta
en el compás de melodías de meloso ser, y nuestro corazón, en medio de este
gran escenario, al extasiarse con una suave tonada, se sienta relajado en el
centro del proscenio de ese gran teatro de la vida, y saborea la fruición de
los sentimientos emanados de esos compases, recordando apasionadamente ese momento
jamás vivido!